Sin título

A finales de los 70 deja su corta carrera como pintor y se vuelca en la escultura, aprendiendo técnicas escultóricas en un taller de reparaciones mecánicas. En una primera etapa se centra en cuestiones relacionadas con la escultura formal, tal y como volumen, espacio y tensión. Durante la década de los 80 empieza a moldear el hierro con la técnica de la fundición, en un principio con guiños constructivistas y rápidamente evolucionando hacia formas zoomórficas tales como máscaras, tótems e híbridos antropomórficos.
Este dibujo es un fantástico ejemplo de esta etapa temprana del artista. La figura humana es el centro de su universo. El interior del cuerpo humano, las entrañas, los órganos, las vísceras, se convierten en formas expresivas que salen de una catarsis creativa vomitada con violencia de lo más profundo de su interior. El cuerpo como contenedor escultórico, como recipiente de sensaciones. La escala monumental del dibujo y la técnica utilizada, carboncillo sobre papel, muestran una inquietante figura irreal, uno de esos híbridos antropomórficos, cargado de una arrolladora expresividad.