Lot Essay
Una Romería en las cercanías de Santiago es la obra capital dentro del trabajo del artista y representa la consagración de la pintura costumbrista en la España de mediados del siglo XIX, donde se funden el espíritu del realismo con la percepción tradicional del mundo romántico.
El pintor asturiano tenía predilección por los temas gallegos, pasando en dicha tierra desde los años 1855 al 1858. Este cuadro corresponde a esta época y, tal y como recoge Las Novedades, fue expuesto en Santiago en 1858 "donde llegó a ser premiado en una exposición de provincia". En 1860 fue galardonado con medalla de primera clase en la Exposición Nacional de Madrid. En dicha Exposición lo adquiriría uno de los grandes mecenas del arte español de la época, el Infante Sebastián Gabriel. Desde entonces ha permanecido junto a los descendientes del primer comprador, lo que ha originado que la obra haya estado lejos de los ojos públicos y no haya tenido la difusión que merecería una obra fundamental. Los numerosos comentarios de sus contemporáneos recogidos por la prensa local, certifican este punto. En La Discusión se referían a la obra como: "La Romería es una composición animada, que rebosa verdad y vida. La escena es un frondoso bosque, en terreno quebrado y rico de accidentes pintorescos. Comidas, grupos, danzas, brindis, todo es alegría y expansión en este cuadro. En primer término se ve de espaldas a un farruco tocando la gaita. La actitud y la expresión de esta figura, como las demás del cuadro que son muy numerosas, están dibujadas con gracia y en el toque se advierte franqueza y magisterio", también resalta "el talento de observación y percepción exquisita, como lo prueban los numerosos detalles tomados del natural".
El Infante Don Sebastián de Borbón y Braganza (según información recogida en M.Agueda The Dictionay of Art, J.Turner, ed. London 1996, 4 págs. 378-9) era hijo de Don Pedro de Borbón y de la Infanta Doña María-Teresa de Braganza; se casaría en primeras nupcias con Doña María-Amalia de Nápoles y, posteriormente en 1860, con Doña María-Cristina (1833-1902), cuñada de Isabel II, con la que tuvo una numerosa progenie. En 1827 fue elegido Académico de Mérito de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Pasó algunos años viajando por Italia copiando obras de pintores reconocidos y paisajes.Tuvo como profesores de pintura a Bernardo Lspez y a Juan Antonio Ribera. Fue un mecenas de muchos artistas contemporáneos, apoyando a Alejandro Ferrant en Italia con una pensión y encargando obras a José Ribelles, Rafael Tejeo y Juan Gálvez.
La formación de su increible colección comienza sin embargo, gracias a las piezas heredadas de su padre, que junto con las recibidas por sus dos mujeres y las compradas con el asesoramiento de su amigo, el pintor José de Madrazo, podemos decir que en 1835 su colección esta casi completa, según podemos seguir en el inventario redactado en dicha fecha. Tuvo preferencia por la pintura española del siglo XVII, aunque llegó a tener unos setenta cuadros de los siglos XVIII y XIX. Se encontraban en su colección el Bodegón de caza, hortalizas y frutas de Sánchez Cotán, hoy en el Prado; El Milagro de Porciuncula, de Murillo, hoy en Colonia, en el Museo Wallraf-Richartz; El Dominico, de Alonso Cano de la Alte Pinakothek de Munich y el San Bernardo y la Virgen del Museo del Prado; el retrato de Juan Carreño de Miranda de Carlos II, Valenciennes, Musée des Beaux.Arts y el Velazquez de Doña Margarita del Museum of Art de San Diego. Los únicos dos pintores españoles del siglo XVI de la colección, fueron Juan de Juanes y El Greco con La Asunción del Art Institute de Chicago y el San Bernardo del Prado. Quizá este hecho presagió la importancia y reevaluación que tomó dicho artista en el siglo XIX. Pocos ejemplos, pero impresionantes, de pintura española del siglo XVIII, Las majas en el balcón del Metropolitan Museum de Nueva York y al menos, tres bodegones de Luis Meléndez.
En 1837 sus bienes fueron confiscados por razones políticas, su inmensa biblioteca integrada dentro de la Biblioteca Nacional de Madrid, sus cuadros expuestos en el Museo de la Trinidad junto con cuadros adquiridos por la supresión de órdenes religiosas. Sin embargo, poco antes de su muerte, todos sus bienes le fueron devueltos. Con su muerte, se celebraría una primera venta en Pau en 1876 y una siguente en el Hôtel Drouot en París en 1890. Cuando su viuda murió hubo una última venta en Madrid en 1902. El resto de la colección, incluido el lote presente, permaneció en manos de sus descendientes.
El pintor asturiano tenía predilección por los temas gallegos, pasando en dicha tierra desde los años 1855 al 1858. Este cuadro corresponde a esta época y, tal y como recoge Las Novedades, fue expuesto en Santiago en 1858 "donde llegó a ser premiado en una exposición de provincia". En 1860 fue galardonado con medalla de primera clase en la Exposición Nacional de Madrid. En dicha Exposición lo adquiriría uno de los grandes mecenas del arte español de la época, el Infante Sebastián Gabriel. Desde entonces ha permanecido junto a los descendientes del primer comprador, lo que ha originado que la obra haya estado lejos de los ojos públicos y no haya tenido la difusión que merecería una obra fundamental. Los numerosos comentarios de sus contemporáneos recogidos por la prensa local, certifican este punto. En La Discusión se referían a la obra como: "La Romería es una composición animada, que rebosa verdad y vida. La escena es un frondoso bosque, en terreno quebrado y rico de accidentes pintorescos. Comidas, grupos, danzas, brindis, todo es alegría y expansión en este cuadro. En primer término se ve de espaldas a un farruco tocando la gaita. La actitud y la expresión de esta figura, como las demás del cuadro que son muy numerosas, están dibujadas con gracia y en el toque se advierte franqueza y magisterio", también resalta "el talento de observación y percepción exquisita, como lo prueban los numerosos detalles tomados del natural".
El Infante Don Sebastián de Borbón y Braganza (según información recogida en M.Agueda The Dictionay of Art, J.Turner, ed. London 1996, 4 págs. 378-9) era hijo de Don Pedro de Borbón y de la Infanta Doña María-Teresa de Braganza; se casaría en primeras nupcias con Doña María-Amalia de Nápoles y, posteriormente en 1860, con Doña María-Cristina (1833-1902), cuñada de Isabel II, con la que tuvo una numerosa progenie. En 1827 fue elegido Académico de Mérito de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Pasó algunos años viajando por Italia copiando obras de pintores reconocidos y paisajes.Tuvo como profesores de pintura a Bernardo Lspez y a Juan Antonio Ribera. Fue un mecenas de muchos artistas contemporáneos, apoyando a Alejandro Ferrant en Italia con una pensión y encargando obras a José Ribelles, Rafael Tejeo y Juan Gálvez.
La formación de su increible colección comienza sin embargo, gracias a las piezas heredadas de su padre, que junto con las recibidas por sus dos mujeres y las compradas con el asesoramiento de su amigo, el pintor José de Madrazo, podemos decir que en 1835 su colección esta casi completa, según podemos seguir en el inventario redactado en dicha fecha. Tuvo preferencia por la pintura española del siglo XVII, aunque llegó a tener unos setenta cuadros de los siglos XVIII y XIX. Se encontraban en su colección el Bodegón de caza, hortalizas y frutas de Sánchez Cotán, hoy en el Prado; El Milagro de Porciuncula, de Murillo, hoy en Colonia, en el Museo Wallraf-Richartz; El Dominico, de Alonso Cano de la Alte Pinakothek de Munich y el San Bernardo y la Virgen del Museo del Prado; el retrato de Juan Carreño de Miranda de Carlos II, Valenciennes, Musée des Beaux.Arts y el Velazquez de Doña Margarita del Museum of Art de San Diego. Los únicos dos pintores españoles del siglo XVI de la colección, fueron Juan de Juanes y El Greco con La Asunción del Art Institute de Chicago y el San Bernardo del Prado. Quizá este hecho presagió la importancia y reevaluación que tomó dicho artista en el siglo XIX. Pocos ejemplos, pero impresionantes, de pintura española del siglo XVIII, Las majas en el balcón del Metropolitan Museum de Nueva York y al menos, tres bodegones de Luis Meléndez.
En 1837 sus bienes fueron confiscados por razones políticas, su inmensa biblioteca integrada dentro de la Biblioteca Nacional de Madrid, sus cuadros expuestos en el Museo de la Trinidad junto con cuadros adquiridos por la supresión de órdenes religiosas. Sin embargo, poco antes de su muerte, todos sus bienes le fueron devueltos. Con su muerte, se celebraría una primera venta en Pau en 1876 y una siguente en el Hôtel Drouot en París en 1890. Cuando su viuda murió hubo una última venta en Madrid en 1902. El resto de la colección, incluido el lote presente, permaneció en manos de sus descendientes.